mente en España una materia excluida de los planes de estudio de
las enseñanzas medias. Sólo en determinadas ramas de la anterior Formación
Profesional se ofrecían conocimientos relativos a ella. No existía una
tradición sólida que facilitara el camino que debía emprenderse, tanto en
los aspectos metodológicos como en los didácticos, para que su
implantación en el Bachillerato fuera exitosa. Es innegable además que sus
características la hacen de difícil asimilación a determinadas edades dado
que todavía no se conocen ciertas técnicas (matemáticas, lógicas, etc.)
que son casi imprescindibles para asimilar la globalidad de los conceptos
económicos. Por todo ello estimamos conveniente exponer algunas enseñanzas
que la práctica educativa nos ha descubierto en estos últimos
años. La
Economía, como disciplina con singularidad propia, se introdujo con la
reforma de 1990 como materia de modalidad en el Bachillerato de
Humanidades y Ciencias Sociales. Si bien en primero estaríamos ante una
denominación acertada, la de segundo, Economía y Organización de Empresas,
ofrece una visión distorsionada que mezcla conocimientos puramente
económicos con otros de administración empresarial sin solución de
continuidad. Los diseños curriculares base quedaron establecidos para todo
el ámbito estatal en 1995, habiéndose producido una adaptación en 2000 que
los acerca más a la realidad y que deben implantarse en el presente curso
escolar. El
lenguaje de esta ciencia se ha convertido en un corpus de difícil
entendimiento para el conjunto de la ciudadanía. Es necesario en estas
etapas escolares utilizar términos “corrientes” que tengan un significado
claro y preciso, huyendo de aquellos vocablos que se nos muestran como
imprescindibles pero que sirven, en ocasiones, para encubrir la ignorancia
de quien los utiliza. Es así que todo razonamiento complejo puede ser
adaptado a un lenguaje común perdiendo apenas un ápice de rigor científico
sin menoscabo de su poder explicativo. Sólo en casos concretos nos parece
oportuno servirnos de instrumentos numéricos o gráficos complejos,
encontrándonos aquí con uno de los errores más llamativos de los libros de
texto que en España se han publicado. Sobre el vocabulario propio de
la Economía concluir diciendo que muchos términos adquieren en ella
significados contradictorios con los de la vida real. Es clásico en la
bibliografía de la materia el caso del término “bien”, que se aleja de la
calificación moral que se pudiera dar al mismo, siendo bienes el tabaco,
el alcohol, etc. La labor aquí del enseñante debe ser determinante,
otorgando al alumno los instrumentos necesarios para defenderse en la
jungla lingüística actual, mitad castellana mitad anglosajona.
Ciencia y ciencias
Es claro que hoy día no existe discusión sobre la complementariedad
de los métodos deductivo e inductivo en el razonamiento científico, siendo
esta afirmación plenamente válida en el campo de nuestra disciplina.
Irrelevante resulta la digresión sobre si estamos ante un principio
general del que se derivan consecuencias o si nos encontramos ante unas
observaciones repetidas de las que podríamos extraer un principio. Ambos
métodos utilizados conjuntamente son los que permiten llegar a
concepciones completas, sobre todo en el campo de las ciencias
sociales. Debe
exponerse claramente al alumnado que el hecho de no ser una ciencia
experimental, no pueden hacerse experimentos controlados en laboratorio,
no impide que se haya alcanzado un grado de madurez teórica importante. La
cuantificación del comportamiento humano, la utilización de técnicas
matemáticas explicativas, la observación de hechos computables, etc., ha
permitido que la experimentación en laboratorio haya sido sustituida por
la experimentación intelectual con muy buenos resultados. Los sistemas,
las teorías y los métodos de análisis económico dan buena prueba de
ello. Siendo
una ciencia que alcanzó autonomía en fechas recientes (s. XIX-XX), debe
apoyarse en otras dentro de las cuales en algún momento estuvo. Esto no
resta valor a la misma sino que la ayuda a situarse en el campo de las
ciencias con más tradición, ya sean sociales o no, como la geografía, la
psicología, el derecho, la matemática, etc. Al mismo tiempo para el
docente implica un reto, obligándole a conocer principios de otras
disciplinas que se alejan de la suya. La actualidad constituye, por
último, una fuente inagotable de información de la cual nos debemos
servir, introduciendo elementos motivadores que bien utilizados dentro del
aula suponen una verdadera sorpresa.
Utilidades y recursos
Existen algunos principios, creencias y artificios lógicos de los
que se sirven las argumentaciones económicas que tienen difícil encaje en
la Enseñanza Secundaria. En niveles universitarios, por ejemplo, estas
cuestiones se darían a conocer con carácter previo, constituyendo un
contenido propio de la materia. Parece improcedente hacerlo así en
Bachillerato mencionándolos sólo en circunstancias especiales y debido a
una necesidad ineludible. Esto no obsta que el profesor conozca estas
técnicas en profundidad ya que deberá acudir a ellas en ocasiones motivado
por las lagunas que los alumnos más inquietos descubrirán en unos
planteamientos necesariamente incompletos. Asimismo deberá tener
estudiados paradigmas concretos de la vida diaria que le ayuden a hacerse
entender. Dentro de este conjunto nos gustaría hacer mención a los
siguientes:
La ley de los grandes números: Las leyes económicas pueden
no cumplirse en un caso concreto, quizá en varios, sin embargo como
promedio, después de muchas observaciones, suelen demostrarse ciertas. El
comportamiento de un consumidor individualmente considerado puede resultar
anormal y salirse del patrón medio. El conjunto de los consumidores
globalmente considerado, sin embargo, tiene un modo de actuación
predecible y lógico según se observa tras múltiples
análisis. Caso
muy ilustrativo para el aula podría ser la disminución proporcional que se
observa en el gasto en alimentación conforme se progresa en el nivel de
renta. Una familia concreta puede no responder a este aserto; la masa de
ellas está más que demostrado que sí lo hace.
La parte y el todo: Deriva de suponer que lo que es verdad o
bueno para una parte lo es necesariamente para el total. Esta creencia,
válida quizá en otros campos con lógicas más unívocas, puede llevarnos a
conclusiones erróneas en el nuestro. Una persona que ahorra más del
90 % de sus ingresos vive una situación probablemente ideal; dar por
supuesto esta proporción para el conjunto de la sociedad la llevaría a un
colapso económico ineludible. Una parte importante de la producción no se
vendería, concluyendo con una ruptura de la cadena económica de difícil
solución. El paradigma anterior ayudaría a aclarar este equívoco llamado
en algunos textos “la falacia de la composición”.
Condición ceteris paribus: El valor alcanzado por una
variable puede depender de varios factores al mismo tiempo. La única forma
de saber la influencia que uno de esos factores tiene en el resultado
final es considerar a los demás factores constantes y variar el que nos
interesa estudiar. De aquí se podría deducir la trascendencia que esa
variable (independiente) tiene en la variable fin (dependiente). Aunque no
es más que un juego intelectual resulta un recurso válido para comprender
el comportamiento de determinadas relaciones funcionales. Los ejemplos gastronómicos son
ideales en esta situación. La influencia de un ingrediente cualquiera, el
tomate por ejemplo en el gazpacho, sólo puede ser valorada subiendo o
bajando su proporción mientras se mantiene al resto de los componentes en
los mismos niveles. El resultado final, el gazpacho, nos gustará más o
menos pero sabríamos identificar el componente en sus facetas cuantitativa
y/o cualitativa que ha determinado el cambio en el bien final en
comparación con situaciones anteriores.
La falsa objetividad: Siempre hay una estadística a
mano para justificar un análisis económico. La visión personal que se
tiene del mundo influye necesariamente en las razones que uno encuentra
para los acontecimientos económicos. Una misma realidad puede recibir
explicaciones totalmente divergentes de reputados estudiosos de la
economía. ¿Es esto un error?. No, es una de las características de
las ciencias sociales. Los economistas son miembros
de una sociedad con diversos valores ideológicos que los individuos
aprenden e interiorizan desde su libertad. Enseñemos a descifrar e
interpretar la información, incluyendo el origen ideológico de la misma.
Las verdades irrefutables en economía han tenido en el tiempo una vida
relativamente corta que las hace aparecer como complejos teóricos en busca
de nuevos modelos de mayor ajuste a diferentes realidades
sociales. ¿Deben subirse los impuestos a los ricos?. ¿Hasta qué nivel?.
¿Quiénes son los ricos?. ¿Todos los españoles deben pagar más?. ¿No son
los españoles ricos en comparación con los africanos?. Todos son
interrogantes válidos para motivar una respuesta didácticamente
aprovechable. Como bien se ha escrito para aprender resulta a veces más
útil preguntarse que responder.
Métodos expositivos
Explicar Economía desde un plano teórico es tremendamente fácil.
Sólo hace falta componer un discurso técnico apropiado y se cerrará la
clase en medio de un silencio sepulcral. Parece oportuno aprovechar los
recursos expositivos e indagatorios más amenos que conozcamos para hacer
más llevadera y provechosa nuestra actividad docente. Entre estos métodos
nos atrevemos a sugerir los siguientes:
El histórico: Los lazos que existen entre la Historia y la
Economía nos permiten dar una visión dinámica de los acontecimientos
económicos sin necesidad de grandes conocimientos históricos. Retrotraer
al alumno a épocas pasadas lo obliga a plantearse los problemas que el ser
humano ha ido afrontando a lo largo del tiempo y la capacidad de
solucionarlos que ha demostrado. Para explicar el origen y la
utilidad del dinero este es un sistema magnífico. Describimos a
continuación de forma sintética la secuencia que se puede mostrar al
alumno de viva voz:
Nivel evolución |
Desarrollo e intercambio |
Hombre
primitivo |
Economía de
subsistencia |
Más tarde |
Trueque |
Después |
Dinero
Mercancía |
Hoy |
Dinero Legal o Fiduciario
|
Mañana |
Dinero
Plástico |
Es obvio aclarar que si no se produce un proceso reflexivo del
alumno durante la explicación del profesor éste, y cualquier método,
carece de utilidad. Por eso es imprescindible en cada escalón del esquema
proceder a buscar las causas que justifican el paso al peldaño evolutivo
siguiente.
El metafísico: No resulta fácil justificar la existencia de
determinadas instituciones económicas cuando llevan siglos de implantación
y se pretende razonar en positivo. Por eso el tiempo nos ha demostrado que
cuando el planteamiento es “... y que ocurriría si no existiera ...” todo
parece más sencillo, pues surgen con facilidad las claves que explican el
papel de algunos entes económicos. Para analizar el sistema
financiero no hay nada mejor que plantearse que ocurriría si no existieran
las entidades financieras. La secuencia de reflexiones podría parecerse a
la siguiente:
- ¿Adónde se
dirigiría entonces una persona que necesitara un préstamo?
- ¿Cómo
podría localizar a algún posible prestamista?
- Si en su
entorno próximo no lo localiza, quizá lo haya en otras partes del Estado o
del mundo
- ¿Dividiríamos el préstamo
en pequeñas partes para hacer más sencilla la búsqueda?
Se percibe claramente la necesidad de su existencia desde el
momento en que nos planteásemos los problemas que surgirían si se diera su
inexistencia. En cada uno de estos interrogantes se concentran además las
causas que justifican la razón de ser de las entidades financieras. Lo que
quizá nunca hubiéramos conseguido transmitir con una exposición magistral
de nuestra parte los alumnos serían capaces de asimilar respondiendo a los
interrogantes que planteáramos. La dificultad estaría en buscar la
secuencia de reflexiones adecuada al contenido del caso a
analizar.
El personal: El agente económico por excelencia es la
persona. Esta obviedad, tantas veces ignorada, nos puede servir a nuestro
objeto. Como activos participantes en el juego económico disponemos de
múltiples experiencias que pueden ayudarnos a entender fenómenos
económicos de cierta complejidad. La demanda de un producto esta
basada en la agrupación de las demandas individuales que los seres humanos
(consumidores) hagan del mismo. Una reflexión introspectiva de nuestro
comportamiento nos ayudaría a entender la teoría de la demanda.
- ¿Si el
producto sube de precio compro menos del mismo?
- ¿Haría lo
mismo con todos los productos que compro?
- ¿Sería
capaz de clasificar los productos en función de la influencia que el
precio tiene en mi conducta?
- ¿Ante un
bien de primera necesidad mi comportamiento sería el mismo?
Partir de lo personal, de lo cercano, de lo que hacemos, nos
permite convertir al alumno en descubridor de sus propios condicionantes
económicos. El camino que queda es mucho más sencillo; no hacemos más que
lo que el común de la gente hace y lo que además reflejan las teorías de
la oferta y la demanda, resultado de la contrastación a niveles generales
de lo que una unidad económica hace en su ámbito. El objetivo de este conjunto
de consideraciones es proponer una serie de reflexiones, instrumentos y
alternativas metodológicas con los que suministrar propuestas de mejora de
la práctica educativa. El trabajo diario en el aula y la contrastación de
sus efectos positivos en el aprendizaje del alumnado nos hace confiar en
la idoneidad de nuestros planteamientos. En una situación como la
actual, donde todo tiene una implicación económica y la economía
condiciona en gran manera la situación mundial, una visión plana de la
misma supone una tragedia. Una buena instrucción económica debe contribuir
a la formación de una conciencia ciudadana más crítica y reflexiva.
Descubrir lo que se nos oculta nos ayudará a entender las grandes
incógnitas a las que se enfrenta el mundo actual.
Bibliografía
Economía. Teoría y
Política. F. Mochón. Editorial Mc Graw Hill. 3ª
ed. Curso de economía para no economistas. R. Castejón.
Editorial UNED. 1ª ed. Introducción al estudio de la Economía.
G. Cortiñas. Editorial Seteco. 1ª ed.
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