La Unión Económica y Monetaria (UEM) y su evolución lógica, la introducción de una moneda única, constituye un compromiso fundamental del Tratado de Maastricht. En Maastricht, los Estados miembros lograron ponerse de acuerdo sobre los motivos por los cuales necesitamos una UEM así como sobre los medios que habrán de emplearse para llegar a ella. La UEM es una vieja aspiración de la Unión Europea. Desde finales de la década de los sesenta se han sucedido las iniciativas para avanzar en esta dirección, si bien siempre se han visto frustradas por la inexistencia de un compromiso político firme y la falta de convergencia económica. La propuesta que alcanzó mejores resultados, al menos durante un cierto período de tiempo, fue la del establecimiento de un Sistema Monetario Europeo (SME) en marzo de 1979, en el que participaban todas las monedas de los Estados miembros en aquella fecha, a excepción de la libra esterlina. El elemento central del SME era el ecu, definido como una cesta o media ponderada de las monedas de los Estados miembros Participantes en el SME. El SME constituía un sistema de tipos de cambio estables pero ajustables. Cada moneda tenía un tipo de cambio central en relación con el ecu y a partir de estos tipos centrales se elaboraba una tabla de tipos de cambio bilaterales (o parrilla de paridades) en la que cada moneda tenía igualmente un tipo de cambio central con respecto a cada una de las demás monedas participantes, permitiéndosele fluctuar en una banda en torno a este tipo central. Los bancos centrales estaban obligados a intervenir en apoyo de su moneda cuando se preveía que su tipo de cambio pudiera sobrepasar los márgenes de dicha banda. Este sistema obtuvo excelentes resultados en sus primeros años de funcionamiento, dando paso a una zona de estabilidad monetaria en Europa, que ha favorecido el crecimiento y la inversión. No obstante, el SME estuvo sometido desde 1992 a importantes tensiones en los mercados de cambio, lo que obligó en agosto de 1993 a ampliar los márgenes de fluctuación de las monedas hasta el 15% (al alza o a la baja), frente a los márgenes iniciales del 2,25% y 6% (según la moneda). ¿Por qué una moneda única?La UEM se justifica por la necesidad de culminar el mercado único, es decir, el programa adoptado en 1985 para la supresión de los obstáculos a la libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales. La moneda única constituye pues el complemento lógico y esencial del mercado común y de la liberalización de los movimientos de capitales. Efectivamente, para aprovechar todas las ventajas que se derivan del mercado único es necesario acabar con los costes de las operaciones de cambio de moneda así como con la incertidumbre que introduce en las relaciones comerciales la inestabilidad de los tipos de cambio. Para hacernos una idea de los costes que supone el cambio de moneda se suele repetir el ejemplo de la persona que sale de su país con una determinada cantidad de dinero en el bolsillo, en moneda de su país, y decide recorrer todos los países de la Unión Europea. Cada vez que cruza una frontera, cambia el dinero a la moneda del país en el que entra pero, una vez en dicho país, decide no comprar nada. Pasa por tanto al país siguiente y realiza la misma operación. Cuando acaba de recorrer todos los países y vuelve al suyo se encuentran conque le queda tan sólo la mitad del dinero con el que salió, y esto, sin haber realizado ninguna compra. La moneda única permitirá igualmente fomentar la inversión y el empleo y consolidar a la Unión Europea como la mayor potencia comercial del mundo. Las tres fases de la Unión Económica y MonetariaEn junio de 1988, el Consejo Europeo encargó a un comité de expertos, presidido por Jacques Delors, el estudio de las etapas que deberían seguirse hasta la UEM. El informe aprobado en este comité proponía un plan en tres etapas que, partiendo de una mayor coordinación en materia económica y monetaria, desembocaba en la adopción de una moneda única y la creación del Banco Central Europeo. La segunda fase de la UEM se inició el 1 de enero de 1994 con la creación del Instituto Monetario Europeo, cuyas funciones consisten en reforzar la coordinación de las políticas monetarias, promover el papel del ecu y preparar la creación del Banco Central Europeo para la tercera fase, cuyo inicio tendrá lugar el 1 de enero de 1999. En virtud de unos protocolos anejos al Tratado, el Reino Unido y Dinamarca se reservan el derecho a no pasar a ]a tercera fase, incluso si cumplen con los criterios establecidos. La introducción del euroLos Jefes de Estado o de Gobierno de los diferentes Estados miembros, reunidos en el Consejo Europeo de Madrid en diciembre de 1995, decidieron el nombre de la moneda única, así como el calendario para su introducción. La moneda única se llamará euro y su introducción se realizará según el calendario siguiente:
Algunos meses antes se creó el Banco Central Europeo, que es independiente de los gobiernos y adoptará la política monetaria del conjunto de los Estados que participen en esta unión monetaria. Los Estados que en ese momento no hayan podido formar parte de ese bloque se unirán a ellos en cuanto sus resultados económicos se lo permitan. A partir del 1 de enero del 2002, se pone en circulación los nuevos billetes y monedas denominados en euros y se retirarán las antiguas monedas nacionales. |